Tus pasos en la escalera

Si en su anterior obra, “Un andar solitario entre la gente” (2018), Antonio Muñoz Molina optó por una narración de corte vanguardista, en «Tus pasos en la escalera«, aborda un relato psicológico de carácter más convencional.
La clave es el narrador. Después de vivir con Cecilia en Nueva York, han decidido trasladarse a Lisboa, donde han encontrado un piso desde el que contemplan la ciudad y el río. El narrador se ha adelantado a Lisboa hasta que Cecilia pueda abandonar su trabajo como investigadora psíquica en unos laboratorios y se traslade a su nuevo destino laboral en otros laboratorios en Lisboa. Desde su punto de vista, atendiendo a cómo él va viviendo todo ese lento proceso, el narrador relata la mudanza, las obras que tienen que hacer en el nuevo piso, el acondicionamiento de los muebles, la biblioteca, todos los elementos decorativos que se han traído de su casa en Nueva York. Él puede dedicarse a esto porque ha sido despedido de su trabajo en una importante empresa en Nueva York y ha decidido no trabajar más. Se dedica a poner a punto la casa, a leer, escuchar música, sacar a pasear al perro y… a esperar a Cecilia.
Pero cuando ya llevamos un tercio de la novela leída vemos que aquí pasa algo, pues Cecilia no acaba de venir. El narrador sigue preparando milimétricamente todos los detalles, de manera un tato obsesiva. Le acompaña Liria, su perro, el único que le hace compañía, además de los obreros que están acabando de acondicionar la casa. El narrador describe el atractivo que tiene para él Lisboa y recuerda sus años pasados en Nueva York. Allí vivieron el 11-S y también la victoria de Trump en las elecciones, lo que aceleró su deseo de mudarse. Lisboa es una ciudad con otro ritmo y el narrador, en su nueva vida de jubilado, se adapta muy bien al movimiento de sus gentes y de la ciudad.
La sensación de que las cosas no encajan como las pinta el narrador es cada vez más acuciante. Vive ensimismado, con la sola compañía de su perro. No se relaciona con nadie. Piensa, además, que el fin del mundo está cerca, que los signos exteriores avalan esta certeza y que solo le toca esperar y esperar a que por fin venga Cecilia.
La novela está escrita con el estilo pausado y redondo de Muñoz Molina, perfectamente adaptado a la mente obsesiva de su narrador (que tiene muchos puntos en común con el autor en cuestiones de carácter y en costumbres). La sustancia narrativa es mínima y el autor alarga el suspense que se ve venir quizás demasiado.
Adolfo Torrecilla.

Deja un comentario