Sidi

La última novela del prolífico Arturo Pérez-Reverte se sirve de una de las leyendas históricas y literarias españolas más difundidas: el personaje del Cid Campeador. A lo largo de los siglos, apoyados en cantares, obras de teatro y romances, se ha ido dando forma a un legendario personaje histórico, con base real, que sin embargo ha ido incorporando rasgos del mito y de la leyenda que lo han ido alejando de la realidad histórica. Hay, en la historia de la literatura española y en la tradición, por tanto, muchos ‘Cid’, y el que aparece en esta novela, como remarca el autor en una nota inicial, ‘éste es el mío’.
Por eso, aunque el autor es respetuoso con la tradición histórica y con los principales rasgos biográficos del personaje, incorpora también algunos ingredientes novedosos. Como escribe Pérez-Reverte, ‘con la libertad del novelista, combino historia, leyenda e imaginación’. Se trata, además, de un personaje muy popular y difundido, por lo que no tenía mucho sentido volver a contar otra vez la historia del héroe.
Pérez-Reverte selecciona para esta novela dos momentos significativos de la biografía del infanzón burgalés Ruy Díaz de Vivar: la persecución contra una aceifa musulmana formada por soldados morabitos que está realizando una incursión por los territorios fronterizos del río Duero para hacerse con mujeres y niños que les sirvan de esclavos, y el acuerdo al que llega Ruy Díaz y su hueste con el Rey Mutamán de Zaragoza para combatir contra el rey de Lérida, hermano de Mutamán, el conde de Barcelona Berenguer Remont y el rey de Aragón. Mediante frecuentes flashbacks, se rellena la biografía del Cid, “Sidi”: sus éxitos militares, los cargos que ha desempeñado en la corte, su boda con Jimena (que está con sus hijas en el monasterio de San Pedro de Cardeña), la muerte del rey Sancho II, la jura de Santa Gadea al rey Alfonso VI –llena de tensión- y su posterior e injusto destierro, momento en el que transcurre la novela.
El autor realiza un gran trabajo de documentación, que da a todas las escenas que cuenta, la mayoría militares, mucha verosimilitud. En esta novela, carga la mano en la preparación de combates, en la estrategia de la batalla y en el relato vivo, dinámico y directo de los enfrentamientos bélicos.
Junto con las acciones guerreras que se cuentan y la activa participación de los soldados más allegados al Cid (Minaya Alvar Fáñez, Diego Ordóñez, Pedro Bermúdez, Martín Antolínez…), el otro ingrediente fundamental de la novela es el análisis del carácter del Cid, que acepta la realidad de su situación de desterrado y que se convierte en un mercenario de los musulmanes para poder dar de comer a las muchas personas que comparten con él su atípica situación. La novela refleja bien la realidad de la España del siglo XI, repartida en diferentes reinos enfrentados entre sí y que, a la vez, mantenían una relación de guerra y paz con las taifas vecinas. Era normal el intercambio de ejércitos y la colaboración, por dinero, de unos reinos con otros y de unos soldados con otros.
El carácter del Cid recuerda a otros muchos personajes que protagonizan la mayoría de las novelas de Pérez-Reverte: un hombre de conciencia, responsable, coherente, orgulloso, desafiante, valiente, rudo… ‘Jamás, desde que guerreaba, había ordenado a un hombre algo que no fuera capaz de hacer por sí mismo’. Y como le reconoce el rey de Zaragoza, Mutamán: ‘Sabes mandar. Renuncias a privilegios que te corresponden: duermes como todos, comes lo que todos, te arriesgas con todos. Jamás dejas a uno de los tuyos desamparado, si puedes evitarlo…’.
Novela de acción, muy bien ambientada, que con mucho realismo refleja la convulsa realidad de aquella España dividida en reinos y con la constante amenaza de los reinos musulmanes. Ruy Díaz se mueve como nadie en ese terreno permeable en el que todo, desde el poder hasta la religión, tiene connotaciones de frontera.
TROA.

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