Nunca llegarás a nada

Narrador, ensayista y dramaturgo español. Nació en Madrid en 1927, ciudad en la que ejerció su profesión de ingeniero y en la que murió en 1993. Aunque pertenece a la generación del ‘medio siglo’, grupo literario que publicaba en Revista Española en realidad no compartía las tendencias y estilos del mundo literario habitual, bien por su trabajo o por su peculiar manera de entender el oficio de escritor. A partir de la publicación de su novela “Volverás a Región” (1968), Juan Benet se situó a la cabeza de una de las líneas de ruptura de la narrativa española, superando el realismo social de esos años. La Guerra Civil española le influyó enormemente y constituyó su fuente principal de inspiración narrativa. Obtuvo el premio Biblioteca Breve del año 1969. También ha publicado relatos breves y varias obras de teatro.
Nunca llegarás a nada” es el primer libro de Benet que vio la luz, por lo visto financiado por el mismo autor. Estamos ante cuatro relatos de extensión media que son una especie de amago, como ejercicios de estilo en los que descubrimos, mezclados con ingredientes diríamos extraños, algunos de los elementos que caracterizan a este autor. En el primero de ellos, que da título al conjunto, apenas reconocemos a Benet, contando en un registro más bien realista el viaje de unos jóvenes por París y Alemania, una especie de relato de formación en el que se cuelan algunos personajes borrosos.
Baalbec, una mancha” tiene un punto emocionante, porque es el primer texto en el que asoma Región, el entorno mítico en el que se desarrollará toda la narrativa de Juan Benet. Es una narración sólida, bien construida, quizá el mejor de los relatos del libro. Cuenta el retorno, para resolver unos asuntos, de un anciano a la casa familiar, un viejo caserón edificado en una oscura finca de la malsana comarca montañosa en la que Benet coloca a sus espectros. Baalbec es como una miniatura del mundo que conoceremos en las obras posteriores, nos es presentado el escenario, su paisaje intimidatorio y la hostilidad de su tierra, empezamos a sentir, aunque sea de forma muy tenue, que en ese lugar ya no están claros los límites de los recuerdos y la realidad, y el tiempo deja de ser una categoría reconocible. Aunque empieza a manifestarse el Benet de la frase sinuosa y la abundancia verbal, el texto se mantiene todavía en un terreno más o menos convencional, por lo que permite una lectura bastante lineal y podría ser un muy buen primer contacto con este autor.
En “Duelo” aumenta la oscuridad y tal vez también la densidad. Si en el relato anterior los protagonistas son el tiempo y el espacio, aquí el peso recae sobre los personajes, o más bien sobre su ruina, la de Rosa y Amelia en su soledad, la miseria moral del indiano, la degradación de Blanco hacia lo infrahumano.
Después” es el relato que cierra el libro, el más hermético y el que más se aproxima en conjunto a la narrativa posterior del autor madrileño. La narración ahonda en la ruina, el abatimiento absoluto de los personajes, del que ya tuvimos un avance en el cuento anterior.
Carlos Andía.

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