Los hijos de la luz

En 1787, en una ciudad de Baviera, un policía y un experto grafólogo tratan de aclarar la identidad del autor de una alarmante carta firmada con pseudónimo. Sus averiguaciones los llevan hasta una persona real, Adam Weishaupt, fundador de la sociedad secreta Illuminati, una de las impulsoras del renacer de la masonería en los dos últimos siglos. Responsable de crímenes, Weishaupt logra huir de las autoridades bávaras con ayuda de personajes importantes, y reaparece poco tiempo después en París, apoyando la Revolución.
La obra, IV premio Ciudad de Torrevieja, desarrolla una trama policíaca con un claro trasfondo político, centrado en la responsabilidad final de los masones en los movimientos revolucionarios de la Edad Contemporánea, destinados a eliminar la civilización europea de origen judeocristiano. Literariamente, no encierra aciertos destacables, ni técnicos ni estilísticos, aunque en ambos aspectos está correctamente resuelta. La intriga, bastante bien desarrollada, consigue interesar al lector pese a la carga ideológica que encierra, y los personajes, aunque no muy elaborados, presentan rasgos suficientemente convincentes. En todo caso, es evidente que el autor pone los elementos novelísticos al servicio del propósito extraliterario de denunciar unas maniobras sociopolíticas de muy serias implicaciones antidemocráticas llevadas a cabo por los Illuminati. A pesar de que los miembros de esta sociedad, “los hijos de la luz«, se dedican a prácticas ocultistas y esotéricas condenadas por la Iglesia Católica, César Vidal afirma que han sido miembros de ella destacadas jerarquías eclesiásticas.
© Reseñas bibliográficas Fundación Troa.

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