La sirena varada. Los árboles mueren de pie

Casona ha sido acusado con frecuencia de «evasionista» que cierra los ojos a la realidad circundante. Estas obras, que resumen todo su pensamiento, vienen a desmentirlo. Porque lo que Casona enseña en “La sirena varada” es que si reducirse a lo escuetamente real deshumaniza, la evasión en lo irreal termina empobreciendo el espíritu. Sólo la armonía de una y otra dimensión permite lograr la realización plena del hombre.

«Los árboles mueren de pie«: El señor Balboa (abuelo) tenía un nieto desalmado al que, en su día, tuvo que echar de casa (hecho que ocultó a su esposa). Desde entonces él mismo se hacía llegar cartas que en teoría se las mandaba su nieto a la abuela (su esposa). El nieto real decide volver a su hogar (en busca de dinero) pero el barco en el que venía naufraga. Balboa contrata a un imitador y hacedor de ilusiones benéficas (Mauricio) en conjunto con una linda muchacha (Isabel), para que finja ser el nieto perdido y «su feliz esposa» ante la abuela; los alecciona y logra que den el pego.
Pero…al llegar por sorpresa el malvado y verdadero nieto, que no ha muerto como se creía, la abuela se entera del engaño, pero decide no comentárselo al imitador ni a la muchacha, como agradecimiento por los días felices que le han hecho vivir y, en definitiva, con el mismo objetivo que la pareja y la institución de Mauricio habían ido a realizar allí: hacer realidad ilusiones.

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