La Bella Durmiente

“Te concedo el don de la elegancia”, “Yo te doy el don de la amistad”, “Y yo por mi parte te regalo el don de la alegría”. Así fue como las tres hadas celebraron el nacimiento de la pequeña princesa, y aunque todo fue alegría y regocijo durante unos minutos, apareció de pronto una bruja de aspecto oscuro que apagó las velas de un soplo. Era la bruja Maligna, que no había sido invitada a la celebración por practicar las artes oscuras.

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