El último barco

El inspector Leo Caldas regresa de la mano de su creador, Domingo Villar (Vigo, 1971), en «El último barco«, tercera entrega de la saga policíaca iniciada con “Ojos de Agua” y “La playa de los ahogados” (de las dos hay reseña en Troa y la segunda está incluida en el folleto 150 Libros Imprescindibles), libros que han logrado gran éxito y cosechado varios premios.
La acción se sitúa nuevamente en el entorno de la ría de Vigo, un escenario de mariscadores, fuertes temporales y un barco atraviesa cada media hora para trasportar a los trabajadores. Un día otoñal, Leo Caldas recibe la visita de un prestigioso cirujano para denunciar la desaparición de su hija, Mónica Andrade, joven ceramista residente en la pequeña localidad de Tiran, que no ha acudido a comer a casa ni ha asistido a clase en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo. Su padre aporta escasa información acerca de su hija ya que, al parecer, no tenía problemas especiales. Leo comienza, con su ayudante Estévez, a rastrear los lugares habitados por Mónica, sus llamadas de móvil durante las últimas horas antes de desaparecer con el deseo de hallar cualquier pista que arroje algo de luz. Todo es una absoluta incógnita y Caldas se implica a destajo en mantener conversaciones con colegas de la chica, amigos y conocidos, un elenco de contactos que se va ampliando a los vecinos más variopintos de la zona: un adolescente discapacitado, un luthier, un cuidador de pájaros y otros lugareños que en algún caso dicen haber visto algo, pero todo es como una nebulosa incierta en la línea de la atmósfera que rodea el suceso.
El cirujano presiona cada vez más para que se dupliquen los trabajos de búsqueda e, inevitablemente, el asunto salta a los medios de comunicación, por lo que la alarma se extiende ya que Mónica no aparece ni viva ni muerta. La investigación cambia de rumbo una y otra vez, pues hay indicios que apuntan en diversas direcciones y Caldas está desconcertado ya que tiene datos, pero no logra descubrir al autor material de los hechos a pesar de que ha interrogado a posibles sospechosos.
Villar conduce la trama con una técnica eficaz de ágiles diálogos con la que consigue crear una poderosa intriga y un atractivo ambiente de misterio, lógicamente con el apoyo de la personalidad del incombustible inspector y de su ayudante Estévez. Novela muy bien escrita y acertadamente ambientada en la zona, cuyas características prestan un tono especial, a veces humorístico, relativo al modo de ser de sus habitantes, todos bien dibujados aun en el caso de secundarios. Destaca la elegancia en el tratamiento de todas las temáticas que aparecen en el libro, algunas de ellas complejas.
Reyes Cáceres.

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