El contador de arena

Gillian Bradshaw escribe esta novela inspirada en los datos que se conocen sobre la vida de Arquímedes (287-212 a.C.), el genial matemático e ingeniero de Siracusa que con sus máquinas de guerra salvó a su ciudad del ataque romano durante la primera guerra púnica, en 264 a.C., año durante el cual transcurre la acción. El argumento se basa en la amistad del protagonista con el gobernante local, con quien acaba emparentando al casarse con una joven de su familia.
La obra, ante todo, resulta muy entretenida por la habilidad con que se desarrolla la trama y por lo expresivo de la ambientación. Siracusa, colonia griega como todas las ciudades de Sicilia, se veía enfrentada al poder fenicio de Cartago en la costa africana y al de Roma en la europea. La isla, presa codiciada por ambas fuerzas, sobrevivía a base de complejas, frágiles e inestables alianzas, sujetas siempre a cambios dependientes del equilibrio de poderes. En medio de esta difícil situación “El contador de arena” aparece como un sabio muy joven y muy distraído, que sólo piensa en la ciencia. Junto a él, su esclavo romano se debate entre el deber hacia la patria y la abnegación hacia su amo, por quien siente sincero afecto. Amistad, amor, guerra, componen los elementos básicos de esta amena novela, escrita con buen ritmo y estilo correcto, donde el humor, los detalles costumbristas y el acertado diseño psicológico de los personajes hacen de ella una lectura que deja, además, una grata impresión por la limpieza moral de su contenido.

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