Olímpicas

La poesía de Píndaro, aunque pertenece a otro universo espiritual y nos ha llegado sin sus originales componentes de música y danza, sigue emocionando por su intensidad expresiva y la fuerza de sus imágenes.
En 476, Píndaro llega a Sicilia, donde entra en contacto con Hierón de Siracusa y Terón de Agrigento, a quienes presenta muestras de su obra literaria para celebrar victorias deportivas. Es entonces cuando escribe la “Olímpica I” para cantar la victoria de Ferenico, el caballo de Hierón. Y así Píndaro se convierte en el poeta del triunfo: en las “Olímpicas” cantará el triunfo de la cuadriga de Terón en Olimpia (II), el triunfo en la carrera pedestre de Ergóteles de Hímera (XII).
Píndaro compuso odas para Hagias de Siracusa (VI), Efamrmosto de Opunte (IX), etc. Desde Oriente a Occidente su palabra y su música encantaron las almas y dieron contenido profundo a las fiestas del hombre.

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