Los pescadores de perlas

Ocho días después un soberbio elefante blanco, escoltado por veinte malabares de la guardia real, salía de Annaro Agburro, dirigiéndose hacia la costa oriental de aquella isla maravillosa. Montaban el elefante Palicur, casi completamente curado de sus heridas, la bellísima hija de Chitol, Will y el mulato. El rey de Candy cumplió su promesa poniéndolos en salvo antes de que volviese el irlandés, y dotando ricamente a la joven. Ocho días más tarde los tres amigos llegaban a la costa en las cercanías de Batticola, y en seguida se embarcaron en un pequeño velero fletado exprofeso para que los condujese a Batavia, la reina de las islas del mar de la Sonda. Allí ya no corrían el peligro de perder la libertad, conquistada a costa de tantos sacrificios. Los tres amigos han renunciado al mar, y son opulentos negociantes en especias. El más feliz de todos es Palicur, que sigue adorando hasta la locura a la pequeña y gentil hija del viejo Chitol. En cuanto al irlandés, nadie ha vuelto a oír hablar de él. Probablemente, después del peligro que había corrido y de la mala acogida que le hizo el rey de Candy, no debió de sentirse con ánimos bastantes para volver a aparecer por aquellas montañas, cuya brisa eran tan poco saludables para sus pulmones.
Los pescadores de perlas” es la segunda parte de las aventuras de “La perla roja”, no presente en nuestra biblioteca, novela de Emilio Salgari ambientada en el mar de la Sonda.
©Reseñas bibliográficas Biblioteca de Tajamar.

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