Los Chuanes

Honoré de Balzac en 1829, a la edad de 30 años, y acosado por los acreedores, encuentra por casualidad un episodio de la Guerra de los Chuanes con el que se siente especialmente inspirado. Influido por la obra de Walter Scott, decide novelar el episodio, para lo cual recurre a una de las personas que lo vivió, el anciano general de Pommereul, viejo amigo de su padre. En esa localidad completa la novela, cuya calidad, muy por encima de los folletines que había producido hasta entonces, le anima a firmarla con su nombre. La novela, que aparece inicialmente con el título de El último chuan; posteriormente la revisaría y volvería a publicar como “Los Chuanes”, se vende mal, pero le permite llamar la atención. En unos pocos años se convierte en el personaje de moda y en el autor más prolífico de París. Su asombroso rendimiento se debía a su hábito de escribir alrededor de 15 horas diarias, en la tranquilidad de la noche, y bebiendo litros de café negro. Lo hacía en completo aislamiento, por lo que la crítica se ha cuestionado tradicionalmente de dónde podía obtener el autor el aluvión de datos de todo tipo (sociedad, economía, sucesos, habladurías…) que saturan sus novelas.

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