La leyenda del santo bebedor

Un vagabundo de origen austrohúngaro, que vive bajo los puentes del Sena, se encuentra una noche a un enigmático caballero que le ofrece doscientos francos. El menesteroso, que tiene un severo sentido del honor, no quiere aceptarlos en principio, porque sabe que no podrá devolverlos; pero el desconocido le sugiere que los deposite ante una imagen de Santa Teresita de Lisieux. Desde ese momento, innumerables avatares se interpondrán en su camino, haciendo que sus dineros se consuman y multipliquen curiosamente.

Esta novela corta, publicada en París pocos meses después de la muerte de Joseph Roth (Ucrania, 1894-1939), constituye una parábola lúcida y singular sobre la enajenación que produce la bebida. El relato está dotado de una singular intensidad que, sin duda, se debe a la experiencia personal del autor con el alcohol.

El atractivo fundamental de “La leyenda del santo bebedor” no reside en las peripecias externas del personaje, aunque éstas se siguen con gran interés, sino en la situación límite en que el autor coloca a su criatura, que se debate entre el goce del despilfarro y el deber ineludible de cancelar su compromiso. Se trata, en definitiva, de un texto original, de una narración admirable propiciada por el estilo inconfundible de uno de los mejores escritores contemporáneos de este siglo.

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