La historia interminable

La obra de Michael Ende sorprende por su audaz originalidad, que le presta un carácter único. Este hechizo se oculta tras una forma narrativa sencilla, de acontecimientos múltiples y maravillosos, pero contados como un relato infantil, de manera clara y con un estilo aparentemente fácil que sólo a veces se torna enigmático o abstracto. Con tantos capítulos como letras tiene el alfabeto, cada uno de ellos encierra una sorpresa llena de color, de imaginación y también de intriga, logrando momentos de verdadera emoción, siempre envueltos en un halo poético de gran belleza. Junto a la calidad que en sí misma encierra la obra, hay que destacar la magnífica traducción, que logra superar obstáculos notablemente difíciles. El mensaje del libro es, en definitiva, que para ser feliz no hay que convertirse en otro ser mejor o más noble, sino cambiar a partir del olvido de uno mismo, aprendiendo a amar a los demás. Esta tesis está expuesta con claridad, pese a la forma fantástica que lo envuelve, en la que se detecta alguna influencia de la filosofía de Nietzsche, pero que queda diluida en el contexto en que aparece.

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