La estepa infinita

Narración de Esther Hautzig, de carácter testimonial que cuenta la infancia de la autora (Vilna, 1930), nacida en una familia de la burguesía judía de la ciudad. A los diez años fue deportada a Siberia, junto con sus padres y abuelos paternos, por el Ejército Rojo soviético. Allí fueron obligados a realizar duros trabajos forzados, en razón de su condena como ‘capitalistas y por tanto enemigos del pueblo‘. Tras muchas penalidades que cuestan la vida del abuelo, la obra se detiene en 1946, cuando suegra, nuera y nieta son repatriadas a Polonia, país al que antes de la guerra estaba incorporada Lituania, donde se reúnen con el padre.

La obra, cuya publicación data de 1968, es un documento histórico que destaca por su buena factura literaria y su hondo contenido humano. Hautzig evoca su duro exilio en términos de notable corrección técnica y estilística, y de modo realista, pero sin rencores ni recrearse en detalles morbosos. En su paso de la infancia a la adolescencia, en medio de la miseria material y el sufrimiento moral, se destacan también la belleza de la estepa siberiana, el calor de las amistades y las ayudas recibidas de los rusos, al margen de la política. Sólo al ver llegar a Siberia a los prisioneros del ejército de la Alemania nazi estalla por un momento el odio en su más intensa manifestación, pero, a excepción de entonces, el desarrollo de la acción, sobrio, ajeno a desbordamientos tremendistas y de ritmo muy bien sostenido, equilibra dolores y alegrías y trasmite el punto de vista de una niña optimista que mantiene siempre el buen ánimo, estudia, trabaja, gana dinero para ayudar y sabe ver lo peor y lo mejor de cada momento y cada persona.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa.

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