La doma de la furia. El mercader de Venecia

«La fierecilla domada«, también conocida como La doma de la furia es una de las obras más populares de Shakespeare, tanto dentro como fuera de su país, como lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que sea la quinta obra que más veces ha sido traducida al español

La obra se basa, en principio, en el carácter díscolo y malhumorado de Catalina, mujer que ahuyenta, no pocas veces, a golpes a cuantos pretendientes se interesan por ella ante su padre. El asunto no tendría mayor transcendencia si no fuese porque, según la costumbre, el padre de Catalina, el rico Don Bautista, se niega a entregar en matrimonio a su hija menor, Blanca, hasta que no haya casado a la mayor; para desconsuelo de los ambiciosos aspirantes a su mano, Hortensio, y Lucencio. La llegada a la ciudad de Petruchio, un joven ambicioso y despreocupado y su disposición a cortejar a la áspera Catalina proporcionan a los pretendientes de Blanca una esperanza para la que unen sus esfuerzos a los del ya casi desesperado Bautista. Este planteamiento inicial se desarrolla en forma de diversas situaciones de enredo y abundantes diálogos ocurrentes en los que el ingenio verbal se convierte sin duda en la más contundente de las armas, destacando sin duda el doble banquete nupcial con que concluye la obra y que constituye todo un giro inesperado a la situación de partida.

En «El mercader de Venecia«, Bassanio, un veneciano que pertenece a la nobleza pero es pobre, le pide a su mejor amigo, Antonio, un rico mercader, que le preste dinero para enamorar a la rica heredera Porcia. Antonio, que tiene todo su dinero empleado en sus barcos en el extranjero, decide pedirle prestada la suma a un usurero judío. Este acepta prestar el dinero con la condición de que, si la suma no es devuelta en la fecha indicada, Antonio tendrá que dar una libra de su propia carne.

Por voluntad de su padre, Porcia debe casarse con aquel pretendiente que escoja de entre tres cofres (uno de oro, otro de plata y un tercero de plomo) aquel que contenga el retrato de ella. Bassanio elige el tercero, que es el correcto y se compromete con Porcia. Ella le da un anillo como muestra de amor, y le hace prometer a Bassanio que no se lo quitará. Lo mismo hace Nerissa, criada de Porcia, con Graciano, un amigo de Bassanio.

Los barcos de Antonio se hunden y la deuda no se paga. El usurero reclama su libra de carne, exigiendo que sea de la parte más próxima al corazón. Tal situación desemboca en un juicio, al que asisten Porcia disfrazada de abogado y Nerissa de ayudante. Porcia da la razón al judío y admite que éste, por ley, puede cobrarse la libra de carne. Sin embargo sólo puede ser carne, y por lo tanto no puede derramar ni una sola gota de sangre. El usurero desiste de su reclamo, y pide luego el doble de lo que le debían, pero le dicen que si no accede al cumplimiento del contrato se iría preso, salvo que done todas sus riquezas. Así, el dux le quita sus riquezas, y le da la mitad a Antonio y la mitad al estado. Antonio dice que le perdona su parte si se convierte al cristianismo y le da sus propiedades a su hija Jessica, que el judío ha desheredado por haberse fugado y casado con Lorenzo, un cristiano.

El abogado y su ayudante les piden como muestra de gratitud a Bassanio y a Graciano el anillo que llevan puesto. Ellos al principio se niegan, pero terminan por entregárselo. Cuando llegan a Belmont, casa de Porcia, ambos aparecen sin el anillo, por lo que son recriminados; pero al final Porcia y Nerissa les muestran los anillos y confiesan la verdad. Además, Porcia informa a Antonio que tres de sus barcos han vuelto sanos y salvos.

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