El viento en los sauces

Kenneth Grahame construye su fantasía con los aspectos de la vida que le son más gratos: el paisaje campestre y la vida hogareña. Más que exponer, se esfuerza por dar vida a su ideal, donde la Seguridad, el Sosiego, la Amistad y la Generosidad son los cuatro pilares que lo sostienen. Grahame se extasía con la observación del paisaje, y eso se nota en sus descripciones: en un estilo poético pero preciso, evoca con exactitud entornos naturales escogiendo las palabras más bellas. Su devoción por la campiña inglesa responde a un punto de vista estetizante, de modo que para entrar con buen pie en el libro es precisa una actitud contemplativa.

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