El secuestro de la Justicia

«¿Qué espacio nos dejan entre el imbécil y el sinvergüenza?» se preguntaba Felipe González en 1980, tras afirmar en el ejercicio del poder sólo se puede ser una de esas dos cosas. Dos años depués, él y su partido iniciaron un largo periodo de gobierno en el que ninguno de los nuevos dirigentes quiso pasar por imbécil. El resultado fue, como es sabido, la corrupción, transmitida en cadena desde las altas esferas del poder socialista a numerosos sectores de la actividad económica y social: la expropiación de Rumasa y su gravosa reprivatización, el caso de Jordi Pujol y Banca Catalana, el uso ilegal de los fondos reservados, la trama de empresas Filesa del PSOE y la fraudulenta financiación de los partidos, los negocios turbios y las intrigas de Javier de la Rosa y Mario Conde.

Pero en un sistema democrático, el enriquecimiento personal de los políticos y sus asociados de la banca y la gran empresa requiere, como condición sine qua non , la perversión y el sometimiento de la Justicia, el único pilar del Estado que podría haber contrarrestado esa marea de podredumbre que aún contamina la sociedad española. Al igual que sucedió en Francia y en Italia, había que eliminar a los jueces y fiscales incómodos, y para ello se urdió toda una estrategia de control y persecución en la que no faltaron ni el espionaje, ni las presiones, ni las campañas de difamación.

«El secuestro de la Justicia» es un grito de denuncia de la situación en la que se ha sumido el Poder Judicial en España. Una vez más, José Díaz Herrera e Isabel Durán se adentran en las profundidades del Estado y del poder económico para sacar a la luz las tramas del acoso a la Justicia y recordar que existe otra alternativa distinta a la de ‘forrarse o ser un imbécil’: la de la regeneración ética y moral capaz de acabar con los privilegios y comisiones destinados al enriquecimiento de unos pocos.

Reseña del Editor.

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