El secreto del silencio

El silencio y la palabra se necesitan, pero la realidad nos lleva muchas veces a enfrentarnos a un exceso verbal, el parloteo…

…“Hay que callar para apreciar la belleza de un lugar, de un paisaje, de una música, de una pintura” (Rafael Gómez Pérez)

En el lenguaje político también hay rasgos de la misma enfermedad que ahoga el silencio. Unas veces los representantes de las formaciones emiten “fórmulas repetitivas y cansinas”, asegura el autor, y otras tienden al disimulo, para pasar por alto lo que no les interesa abordar. En la política, el parloteo por antonomasia se despliega en los mítines, donde “las palabras, casi siempre superfluas, van dirigidas a la precocinada emoción de quienes ya están convencidos de antemano”. Con esa multiplicidad de mensajes es difícil escuchar al oponente y no se le da espacio, “tal vez porque se piensa que el otro no puede decir nada importante”…

…El silencio sea productivo y enriquecedor, hace falta un continuo aprendizaje. “Es una conquista humana”, que no hay que dar por supuesta cuando llega la madurez. Es frecuente entre personas de edad y que por diferentes circunstancias se ven obligadas a un silencio involuntario, “el uso casi continuo del teléfono, el de la televisión o la radio, casi perpetuamente encendidas, porque se necesita llenar el silencio con cosas de fuera”.

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