El fin del «homo sovieticus»

El fin del “Homo sovieticus”” ofrece una visión panorámica global de lo que significó el triunfo de la revolución comunista para Rusia y el resto de los países que formaron parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S)

A través de una serie de testimonios directos de personas de toda edad, origen y profesión, Svetlana Aleksiévich (Ucrania, 1948) hija de padre ucraniano y madre bielorrusa, refleja no sólo lo que supuso el vivir bajo aquel sistema dictatorial durante la mayor parte del siglo XX, sino también las reacciones que dos décadas después despierta en el viejo “homo sovieticus” la caída del “Telón de Acero”. En 2015 ha recibido el Premio Nobel de literatura siendo la primera vez que se concede a un escritor en prosa de no ficción.

La labor realizada por la autora supone un impresionante trabajo de recopilación al que ha logrado expresar con una acertada forma narrativa. Su experiencia personal, patente en el prólogo titulado “Apuntes de una cómplice” le permite saber qué preguntas debe hacer y cómo interpretar las respuestas que recibe. Soportar tanto dolor y percibir tanta ceguera en los defensores del pasado, añorantes de la esclavitud a cambio de la seguridad, supone para el lector una prueba dura pero muy reveladora. El “homo soviéticus” que, por no haber sido educado en la libertad no sabe cómo usarla o la confunde con la avidez consumista y el afán de acaparar dinero, o bien la rechaza de plano. Además, trata de justificar a Lenin, Stalin, Marx, etc. en nombre de los abusos a los que el capitalismo puede dar lugar. También es significativa la actitud de los jóvenes que nacieron después de caer la dictadura y se sienten atraídos por los carismáticos dirigentes que sus abuelos admiran todavía, aunque sus padres los rechacen. El propósito manifiesto de la autora con este libro, de escuchar honestamente a todos los actores del drama del socialismo queda ampliamente cumplido, aunque solo sea en las voces de los personajes secundarios, muchos de los cuales desempeñaron sucesivamente papeles de verdugos y de víctimas en lo que, más que un drama, puede considerarse una gran tragedia histórica y humana.

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