El escándalo. El sombrero de tres picos

Pedro Antonio de Alarcón era considerado entre sus contemporáneos como el escritor español del momento que mejor sabía urdir una historia y el único capaz de cautivar al auditorio manteniendo constantemente vivo el interés del lector. En sus novelas, nos encontramos historias que nada tienen de vulgares, ni por los hechos, ni por los personajes. Con «El escándalo» (1875) se confirmó ante los ojos de sus contemporáneos como un escritor de primera fila. «El escándalo» es una novela confesional. El autor convierte la religión en la que cree en ingrediente central de su obra, y presenta sus creencias de forma apologética. Como ocurre con todos los protagonistas de las novelas ideológicas de este período, Fabián Conde, el héroe de esta novela, se enfrenta a su ambiente y constata el desamparo del ser obligado a vivir en un mundo en el que se ha erosionado la fe antigua. Un mundo sin Dios en el que dominan la crítica y la razón. El protagonista se enfrenta a un drama que le expone al escándalo social, a perder su consideración y el reconocimiento públicos debido a una serie de engaños, errores y faltas cometidas. Quien es causa de escándalo acaba por ser víctima de este.

Esta novela corta o cuento amplificado, «El sombrero de tres picos«, se desarrolla en los primeros años del siglo XIX. En aquel tiempo, había cerca de una ciudad andaluza un molino harinero frecuentado por los paseantes más caracterizados de la citada población, que tenían allí su tertulia. Entre ellos se hallaba el corregidor, que acabó prendándose de la bella y honesta molinera.
El relato está magníficamente construido en su estructura dramática, los personajes han sido perfilados con maestría y el ambiente, los tipos y las escenas, trazados con gran acierto. Los antecedentes de esta narración, escrita en 1874, se encuentran en los romances de ciegos y en un sainete de mediados del siglo XIX, pero ha sido el gran escritor Pedro Antonio de Alarcón quien ha logrado estilizar lo popular e insertar la anécdota ya para siempre en la cultura española. Se observa en el autor una actitud moralizadora, el pícaro corregidor queda burlado y en ridículo, el honor sin mancilla y el celoso avergonzado. Todo ello dentro de una actitud realista, con un soplo entrañable y romántico.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa.

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