El alcalde de Zalamea. La vida es sueño

Si «El alcalde de Zalamea» se ha mantenido a lo largo de los siglos como la más popular comedia calderoniana, es, sin duda, porque su protagonista, Pedro Crespo, encarna de modo formidable el sentimiento del honor como síntesis de la dignidad humana. Pero no bastaría ese único mérito para garantizar la universalidad de una obra que incide en un tema tópico, a fuerza de verosímil, en el Siglo de Oro español. Es el arte el que salva la comedia y la hace cada vez más viva. El rigor de los conceptos, polarizados entre Razón y Naturaleza, se encarna en una estructura dramática de gran claridad y enorme riqueza simbólica.

Uno de los más famosos dramas en verso de Calderón (1600-1681), es «La vida es sueño» incluido dentro del apartado filosófico de su producción. Escrito en 1665, trata del valor relativo de la existencia humana, donde ‘el vivir sólo es soñar’ y ‘el hombre que vive sueña lo que es’.
Como obra de madurez, esta pieza es una de las más adecuadas para conocer en profundidad la dramaturgia calderoniana. Los personajes tienen un marcado carácter simbólico y la acción se desarrolla dentro de una premeditada irrealidad, todo ello en función de las ideas sobre las que se asienta el montaje escénico, considerado como modélico. Tanto de fondo como de forma estilística, la obra es paradigma del teatro barroco español. Es la expresión poética de una concepción pesimista de la vida humana, impregnada de un cierto estoicismo. Pero este pesimismo se refiere sólo al mundo terrenal, mientras permanece intacta la esperanza cristiana de la vida futura y se subraya la noción del libre albedrío.

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