Don Álvaro o la fuerza del sino

Uno de los dramas más famosos del romanticismo español, estrenado en Madrid el 22 de marzo de 1835, con mayor éxito de público que de crítica. En él se narran los trágicos amores de don Álvaro, hijo de un virrey del Perú y de una princesa Inca, con la única hija de un aristócrata sevillano. La familia de la joven rechaza al mestizo, cuyo padre estaba encarcelado por sublevarse contra el rey, y esto motiva una serie de lances de honor en los que don Álvaro vence siempre; pero al matar al padre y a los hermanos de su amada se hace imposible el que llegue a casarse con ella.
La obra, escrita en verso, rompe con las normas neoclásicas de fondo y forma y entronca, a distancia, con la tradición teatral española del Siglo de Oro. Los personajes secundarios sirven para introducir escenas costumbristas andaluzas, y no falta la figura del gracioso, ajena por completo a la normativa academicista del siglo anterior. La acción, muy dinámica, con variedad de escenarios y larga duración temporal, abunda en escenas vehementes llenas de pasión que rozan el melodrama. Sin embargo, encuadrada dentro de las características del romanticismo, la obra tiene indudable fuerza y viveza, al buscar, aunque sea por medio de situaciones límite muy efectistas, el sentir profundo del ser humano por encima de la frialdad clasicista y convencional de la etapa anterior.
El Duque de Rivas, autor en su juventud fue un liberal que vivió exiliado en Francia largo tiempo durante el reinado de Fernando VII. Esta actitud progresista, de tinte más burgués que aristocrático, pese a su origen noble, le lleva a insinuar en «Don Álvaro o la fuerza del sino» una crítica hacia la intervención tajante de los padres en los matrimonios de las hijas, y también una contemplación irónica del prurito español por el honor, cuya exageración produce daños tan innecesarios como irreparables.

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