Días en la playa

‘No está bien esperar tanto tiempo. Ya es hora de empezar.
No sé quién lo dijo; pero lo oí. Lo oí claramente, y me senté en la silla. Ya es hora de empezar.
¿Empezar qué? Empezar a vivir el verano. Un verano distinto, un verano de muchos años, sin otoño, ni invierno ni primavera, un verano largo, tan largo como muchos años, y muchos años sólo de verano, siempre en verano…
¡Qué pereza empezar! ¡Qué pereza hacer vivir en estee tan largo verano! En este largo verano tan sin sentido, tan aparentemente sin sentido… De todos modos, me levanté de la silla para empezar’.
Así comienza “Días en la playa”. Es esta, entre las novelas de Pedro Antonio Urbina, algo distinto, algo así como un cantar a media voz, un tararear para nosotros mismos después de haber escuchado una sinfonía. “Días en la playa” nos habla de una realidad… real, si, pero velada y brumosa, como soñada, como lejos en el tiempo. La sensibilidad de Urbina sabe presentar lo cotidiano con una enorme riqueza interior.

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