Conjuración de Catilina

Tribuno de la plebe en el año 52 a.C. y miembro muy destacado del partido antisenatorial, Cayo Salustio (ca. 86-35 a.C.) vivió uno de los periodos más apasionantes de la historia de Roma: el paso de la República al Imperio. Participó en la Guerra Civil al lado de César y fue nombrado procónsul de la Numidia oriental. A la muerte de César se consagró al estudió de la historia. De su obra historiográfica, influida por los modelos griegos y en la que se percibe el partidismo inherente a su carrera política, sólo se han podido conservar «La conjuración de Catalina» y «La guerra de Yugurta», en las que no se limita a la seca narración de los hechos, sino que reflexiona sobre su significado, estableciendo sus propias conclusiones a partir de ideas preconcebidas respecto a las fuerzas que actúan en el acontecer histórico.

El ansia de Catilina por alcanzar las más altas dignidades de la República romana le llevó, en el año 63 a. C. a organizar una conspiración que incluía el asesinato de los dos cónsules electos. Uno de ellos, Cicerón, le denunció ante el Senado, pero Catilina decidió no rendirse y luchó hasta la muerte. Salustio, historiador contemporáneo a ambos, recoge aquí esos hechos extraordinarios.

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