América

En mayo de 1498, la abadesa Sor Juana Téllez de Fonseca, personaje imaginario a quien Ángeles de Irisarri, la autora, dio vida en la trilogía «Isabel la Reina», se dirige con otras tres monjas a Sanlúcar de Barrameda y desde allí parte hacia “América”, para llevar a los indígenas caribeños ropas con las que vestir su poco civilizada desnudez.

La autora retoma en esta obra un tema frecuente en su narrativa, el de un grupo de mujeres que se dirigen a tierras que desconocen y les son extrañas, en cumplimiento de una misión que consideran importante. La acción, ágil y variada, describe con un estilo arcaizante, deliberado pastiche del castellano de finales del siglo XV, una mezcla de episodios surrealistas y fantásticos que produce un efecto novelístico muy sugestivo. A medias entre el género picaresco y el épico, el empeño de las cuatro clarisas es un ingenioso símbolo de la gesta española en las tierras recién descubiertas. El relato de la travesía, un tercio del total de la narración, es un ejemplo de este tipo de relatos náuticos, bien elaborado y entretenido. Después, los pormenores de la adaptación de las religiosas al modo de vida del lugar donde, por azar, quedan abandonadas, en la costa de la actual Venezuela, constituye un curioso, divertido y original remedo de las crónicas indias y un ejemplo de sensata combinación de espíritu misionero y sentido común. Aunque el argumento carece de base histórica y su tratamiento tiende más al humor, en el fondo, al margen de rasgos imaginativos e incluso disparatados, la obra sí que refleja el auténtico espíritu de la llegada de los españoles a América, con sus luces y sombras.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa.

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