Presenta este volumen después de una Introducción sobre el teatro griego y las características de cada autor y la obra ofrecida una triada de tragedias entre las que están:
“Agamenón”, de Esquilo, integrada en la trilogía “Orestia”. Aunque se puede leer de forma independiente, “Agamenón” es la primera obra de la “Orestia”, la única trilogía de Esquilo que conocemos en su totalidad y que se completa con “Las coéforas” y “Las euménides”. El dramaturgo heleno nos demuestra en “Agamenón” lo complejo que es juzgar a una persona por sus hechos. El rey argólida que da nombre a la tragedia es considerado un héroe tras su regreso victorioso de Troya, pero también es un hombre adúltero y capaz de ofrecer en sacrificio a su hija Ifigenia como medio para obtener la gloria militar. Clitemnestra, esposa de “Agamenón”, planea vengar el acto impío que cometió su marido al no dudar en derramar la sangre de su hija. Sin embargo, Clitemnestra tampoco está libre de culpa, ya que tiene como amante a Egisto, un familiar de su marido, y el derramamiento de sangre por su propia mano deberá ser castigado en su justa medida. Esquilo analiza en “Agamenón” la idea de justicia y nos demuestra con maestría el sufrimiento que acarrea a los hombres acatar los inevitables designios divinos. «La tragedia de Esquilo es un gran espectáculo musical y poético, heredero de la antigua majestad de la épica y de la lírica coral, con tonos arcaicos y religiosos. Esquilo buscaba deslumbrar, seducir a su público con la combinación de un pensamiento profundo sublime, y de una forma en consonancia, que arrancara al espectador de la cotidianidad». Francisco Rodríguez Adrados.
“Edipo Rey”, de Sófocles, La tragedia clásica por excelencia. Cuando Edipo, «el de los pies hinchados», hijo del rey de Corinto, descubre que hay un secreto en su origen, abandona el hogar y parte en pos de la verdad. El destino, por boca del oráculo de Delfos, le indica cuál será su suerte: matará a su padre y se desposará con su madre. En Tebas hallará a la esfinge y la respuesta a su existencia. “Edipo Rey”, la tragedia infinita de Sófocles, la reelaboración dramática de una de las leyendas más célebres de la literatura griega, ha fecundado la cultura occidental desde hace veinticinco siglos. En ella se encuentran cuestiones que jamás han perdido vigencia en el espíritu humano: la fatalidad, el tabú, la búsqueda de la verdad, la imposibilidad de expiación.
“Hipólito” (428 a.C.) acompaña a Medea en la cima de la creación de Eurípides. Muestra la terrible pasión de una mujer enamorada y la firmeza casi enfermiza de un muchacho perfecto. Fedra desea a su hijastro “Hipólito”, casto y adepto a la diosa Artemis, quien la rechaza. En una carta dirigida a Teseo, su esposo, Fedra acusa a “Hipólito” de haberla seducido, acusación que tendrá graves consecuencias. Éstos son los dos personajes más heroicos del dramaturgo, al punto de que él incurre en hybris, o insolencia frente a los dioses. Sin embargo, media ya un abismo entre ambos y los héroes arquetípicos de Esquilo y Sofocles, puesto que son humanos en su inconstancia.