En el Antiguo Régimen, las instituciones eclesiásticas, la nobleza y los ayuntamientos disponían de bienes que no podían enajenar, llamados por ese motivo bienes de manos muertas. La desamortización, realizada durante la primera mitad del siglo XIX, convirtió esas propiedades en 'bienes nacionales', y las vendió en pública subasta...