Poesía castellana. Garcilaso de la Vega

La poesía de Garcilaso está dividida por su estancia en Nápoles (primero en 1522–1523 y luego en 1533). Antes de ir a Nápoles su poesía no está marcada por rasgos petrarquistas, es en Nápoles donde descubre a los autores italianos. Después de su estancia abundará en rasgos de la lírica italiana, influido tanto por autores anteriores como Francesco Petrarca, como por autores contemporáneos como Jacopo Sannazaro, autor en 1504 de La Arcadia. Garcilaso hará suyo el mundo de la Arcadia, en el que sonidos, colores… invitan a la reflexión acompañando a los sentimientos. También influye a Garcilaso Ludovico Ariosto, de quien toma el tema de la locura de amor.
Es en Italia donde Garcilaso fortalece su clasicismo, ya aprendido con los humanistas castellanos en la Corte, y redescubre a Virgilio y sus Bucólicas, a Ovidio y sus Metamorfosis y a Horacio y sus Odas, sin olvidar otros autores griegos que también estudia.
La obra poética de Garcilaso de la Vega, compuesta por cuarenta sonetos, cinco canciones, una oda en liras, dos elegías, una epístola, tres églogas y siete coplas castellanas, «Poesía castellana«, y tres odas latinas, se publicó por vez primera en 1543, a modo de apéndice de las Obras de Juan Boscán. La producción lírica de Garcilaso de la Vega, máxima expresión del Renacimiento castellano, se convirtió, desde muy pronto, en una referencia inexcusable para los poetas españoles, que desde entonces no pudieron ignorar la revolución métrica y estética operada por él en la lírica española al introducir con Juan Boscán y Diego Hurtado de Mendoza una serie de estrofas (terceto, soneto, lira, octava real, endecasílabos sueltos, canción en estancias), el verso endecasílabo y su ritmo tritónico, mucho más flexible que el rígido y monótono del dodecasílabo, y el repertorio de temas, estructuras y recursos estilísticos del petrarquismo.
El lenguaje de Garcilaso es claro y nítido, conforme a los ideales de su amigo Juan de Valdés: selección, precisión y naturalidad y palabra oral más que «escrita»; prefiere las palabras usuales y castizas a los cultismos extraños a la lengua, buscar el equilibrio clásico, la estilización del nobilitare renacentista de una lengua vulgar y la precisión ante todo.

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