Mi amiga Flicka

Este libro cuenta la historia de Ken McLaughlin, un niño de 10 años que vive en un rancho de Wyoming con sus padres y su hermano mayor. A pesar de la difícil relación con su padre (porque, aunque es sólo un niño, se espera de él que se comporte y aguante la vida en el rancho como un adulto), éste le deja que se ocupe de «Flicka«, una potrilla aparentemente indomable.

Mary O’Hara, que vivía en un rancho y adoraba los caballos, conocía muy bien cómo era la vida en el campo, donde el bienestar de los animales es la absoluta prioridad de los rancheros. Sabía lo que supone levantarse antes de las 6 de la mañana para ordeñar, limpiar, cepillar, alimentar, sacar a pastar, devolver a las cuadras, hacer de veterinaria, etc. y eso es algo que consiguió plasmar en este libro. A pesar de que la historia de la potrilla y el niño es bonita y tiene su punto de fantasía, lo que la rodea no lo es. La vida en el campo no se muestra como algo idílico y fantástico, donde uno se despierta con el trinar de los pájaros y se pasa el día paseando por el prado mientras las cabritillas brincan a su alrededor. Para nada. Aquí hay problemas de dinero, trabajo duro, dolor de espalda, sacrificio y la relación de amor-odio que todos los que viven de la naturaleza tienen con ella.

Pero también muestra el lado bueno que tiene vivir con animales, lo mucho que se puede aprender de ellos y, sobre todo, la importancia de respetar la naturaleza. Está tan bien escrito que apenas te das cuenta de que estás aprendiendo algo.

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