Los guardianes del agua

A una enfermera madrileña que trabaja en el Servicio de Cardiología del Hospital de la Paz le corresponde atender a un pequeño keniata aquejado de una grave malformación congénita en el corazón, al que un misionero español ha logrado que traten gratuitamente. Tras una operación realizada con éxito, el niño y el misionero regresan a la zona de donde procedían, la más pobre y desértica de Kenia, y la enfermera decide acompañarlos y pasar con ellos tres meses como cooperante. La obra narra lo que para ella significa descubrir la pobreza y violencia que padecen aquellos lugares, y la dignidad con que sus habitantes las sobrellevan.
El relato es muy descriptivo de paisajes y costumbres del noroeste de Kenia, zona que en nada se parece a las que se visitan en los itinerarios turísticos habituales. En tono realista, Miguel Aranguren denuncia situaciones muy duras de luchas tribales a las que no son ajenos los traficantes internacionales de armas y los traficantes sudaneses musulmanes de esclavos, como tampoco las autoridades corruptas del propio país. Frente a este panorama se destaca la generosidad de los religiosos misioneros católicos y la buena voluntad de los cooperantes, no creyentes en su mayoría, como los que aquí intervienen. La obra, más próxima al periodismo narrativo que a la literatura, aunque en el desarrollo de la acción haya elementos de tipo sentimental, está escrita con estilo sencillo, donde se desliza alguna incorrección leve, léxica y gramatical. Su lectura es entretenida y pone de manifiesto problemas sociopolíticos interesantes que no suelen aparecer en la prensa, e inquietudes humanas muy actuales de orden existencial.

© Reseñas bibliográficas TROA.

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