- Autor: José Luis Olaizola
- Editorial: Libroslibres
- Nº Registro: 72
- Género: Novela, relatos
- Edades: Todos
- Tipo: Normal
José Luis Olaizola (San Sebastin, 1927) reconstruye en «El anarquista indómito» la vida de Melchor Rodríguez (Sevilla, 1893 -Madrid, 1972) nombrado Director de Prisiones por el Gobierno de la República durante la Guerra Civil española. De familia modesta, perdió a su padre muy niño y se vio obligado a trabajar con el fin de atender a los gastos familiares. En su juventud llegó a desempeñar diversos oficios, entre ellos el de novillero de cierto éxito en plazas no solo de Andalucía sino también en otras provincias de España. Herido en varias ocasiones, abandonó los toros para militar primero en las filas del sindicato socialista UGT y más tarde en las del anarquista, la CNT, donde se convirtió en uno de sus más destacados dirigentes.
José Luis Olaizola refleja con acierto en esta biografía novelada los rasgos humanos del personaje, que supo conciliar las atenciones a su familia, mujer e hijos con las actividades políticas dentro de su partido y en apoyo de la IIª República. Frecuentó, gracias a su amistad con los hermanos Álvarez Quintero, los medios intelectuales de Madrid llegando a conocer personalmente a figuras tan destacadas como el novelista vasco Pío Baroja. Tras el Alzamiento militar de julio de 1936, ya en su cargo de Director de Prisiones, se enfrentó con grave riesgo de su vida a los dirigentes comunistas que ordenaron los fusilamientos masivos de presos ejecutados en la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama. Entre los miles de detenidos a los que salvó de la muerte, se encontraban personalidades como el general Muñoz Grandes, el político Serrano Suñer el locutor Boby Deglané o el famoso portero de fútbol Ricardo Zamora. Como consecuencia de su labor humanitaria fue denunciado por sus enemigos y apartado de sus funciones penitenciarias, aunque ocupó el puesto de concejal del Ayuntamiento de Madrid. En calidad de alcalde provisional, hizo entrega de la capital a los vencedores al término de la guerra, en abril de 1939. Sometido a proceso como miembro directivo de la CNT, recibió de inmediato el apoyo solidario del gran número de presos que le debían la vida, los cuales reunieron miles de firmas para solicitar su liberación. El propio general Muñoz Grandes intercedió en su favor ante el Caudillo Franco, hasta reducir la rigurosa condena inicial a unos años de prisión. De vuelta a la sociedad y entre el afecto y el reconocimiento de sus beneficiarios, falleció de muerte natural en Madrid el año 1972. Con estilo sobrio y al margen de las cuestiones ideológicas representadas por el anarquismo del personaje, Olaizola destaca el valor y honestidad demostrados por Melchor Rodríguez, calificado como el Ángel Rojo por su defensa de la justicia a pesar del clima de violencia criminal tolerada, cuando no fomentada, por algunas las autoridades de la República.
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