- Título original: Dans 5 heures je verrai Jésus, journal de prisión
- Autor: André Manaranche, Jacques Fesch
- Editorial: Palabra
- Traducción: Mercedes Villar
- Nº Registro: 5972
- Género: Biografía, diario
- Edades: Todos
- Tipo: Normal
A los 27 años, Jacques Fesch, condenado a muerte por asesinato, vivió una fulgurante conversión en la cárcel. Este libro es su “Diario de prisión” con el título “Dentro de cinco horas veré a Jesús«. Con estas palabras termina su diario. Guillotinado el 1 de octubre de 1957, a la edad de 27 años, por haber asesinado a un agente de la policía en la confusión consiguiente a un intento de atraco. Dos meses antes de la ejecución, inició en su celda la redacción de un diario espiritual destinado a su hija Veronique, que entonces tenía seis años. Ya sabe que lo han condenado a muerte. Este joven no creyente, de carácter indeciso, vivió en la cárcel una fulgurante y radical conversión a Jesucristo. Fesch nos describe en su ‘Diario espiritual’ la vida de un hombre -su propia vida- que, día tras día, ve aproximarse el último amanecer pero que también, día tras día, se acerca cada vez más a Dios. La inminencia del final da a este testimonio un valor emocionante y un carácter estremecedor.
En este libro, junto al «Diario de prisión» -su parte principal-, se ofrece una biografía escrita por André Manaranche y algunos textos y testimonios que permiten encuadrar y valorar la personalidad y las repercusiones de la vida de Fesch.
Jacques Fesch nació en 1930 en Saint-Germain-en-Laye, una ciudad cerca de París. Su vida fue la habitual de un joven despreocupado, sin valores y con padres ricos. Fue expulsado del colegio y su vida perdió el rumbo. Se casó y tuvo una hija, pero más tarde los abandonó. Proyectó con unos amigos un atraco para comprar un barco, y en el intento mató a un policía. Fue condenado a la pena de muerte. Murió guillotinado en 1957. Durante su estancia en la cárcel sufrió un proceso de conversión radical que le llevó a un profundo arrepentimiento y deseo de acercarse a Dios, hasta el punto de que, muchos años más tarde, el cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París, llegó a abrir la información preliminar para el proceso de beatificación.
Reseña del Editor.