- Autor: Gustavo Adolfo Bécquer
- Editorial: Cátedra
- Nº Registro: 15142 y 15143
- Género: cartas
- Edades: Todos
- Tipo: Normal
Una prolongada estancia en el monasterio de Veruela necesariamente se debía traducir en una amplia producción artística, plástica y literaria, de los dos hermanos Bécquer. Las pinturas y textos de Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer componen un notable corpus que ha hecho del monasterio de Veruela uno de los espacios becquerianos por excelencia. Las cartas que componen «Desde mi celda» testimonian el decisivo papel desempeñado por ese entorno cisterciense en el paso a la madurez personal de Gustavo Adolfo. Son cartas que implican un doble viaje: físico y simbólico, con su ida y su vuelta. El primero le llevó de Madrid a Veruela donde viviría la experiencia límite de la cercanía de la muerte, recuperando después la salud y regresando a la Corte. El segundo le condujo desde los sueños de triunfo y de gloria hasta el deseo de aniquilación total, para recuperar después un tono de moderada conformidad con las limitaciones de la existencia.
Gustavo Adolfo Bécquer, pseudónimo de Gustavo Claudio Domínguez Bastida, nació en Sevilla en 1836, e ingresó a los diez años en un colegio de huérfanos. Vivió más tarde con su madrina, donde empezó a leer a los autores realistas y románticos. En 1854 se instaló en Madrid. En 1857, sufrió una grave enfermedad. Posteriormente se dedicó al periodismo. Entre 1859 y 1861 escribe las primeras rimas y siete leyendas. En 1863 se recluye en el monasterio de Veruela, donde escribió «Cartas desde mi celda«. En 1868 Bécquer rompe con su esposa y se instala en Toledo. Reescribe las rimas. En 1870 muere su hermano Valeriano, el pintor, y tres meses más tarde él, en Madrid. Además de como poeta, donde revela una extrema sensibilidad, destaca como prosista, donde combina con maestría lo terrorífico y lo legendario.