Sidra con Rosie

Novela autobiográfica que el autor dedica a la narración de sus recuerdos de infancia, desde los tres hasta los doce años. Esa etapa de su vida transcurrió en un pequeño pueblo inglés de Gloucestershire, rodeado por su madre y dos hermanos además de los cuatro hijos nacidos del primer matrimonio de su padre, que los abandonó a todos dejándolos al cuidado de su segunda mujer. La obra es el título inicial de una trilogía que Laurie Lee (1914- 1977) dedicó a contar su niñez y juventud.
Los trece capítulos del primer volumen están dedicados a reflejar, cada uno de ellos, un aspecto de un mundo que cuando fueron escritos, en 1959, había desaparecido por completo. La cocina donde los miembros de la familia se reunían, centra la descripción del ambiente hogareño que se convierte en el eje de la trama. Junto a la cálida visión de una madre muy querida, retratada con benévolo realismo tanto en sus rasgos de ternura como sus más perceptibles defectos, aparecen reflejados con viveza los hermanos y las tres hermanastras, cariñosas, bonitas y sacrificadas. Acompaña a estos personajes una detallada referencia a los tíos, la escuela, los vecinos, las fiestas y las excursiones veraniegas, sin que falte la imagen del hacendado local que proporcionaba trabajo a la mayor parte de la población. Novelista, poeta y periodista, el autor combina todas estas facetas para convertir sus primeros años en una ficción entrañable que presenta una crónica costumbrista y un canto lírico hacia el pasado que, aun reconociendo sus carencias materiales y la dura lucha para subsistir, ofrecía momentos de calma, afecto y calor humano. Sólo al referirse al despertar sexual de la adolescencia, hacia el final de la historia, el relato se hace algo más crudo, igual que en algunas alusiones despectivas a las prácticas religiosas. Sin embargo, por la forma en que se expresan, estos reparos no empañan el tono amable que predomina en el conjunto de la obra.
© Reseñas bibliográficas Fundación Troa.

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