Rebelión en la granja

Rebelión en la granja” es una genial fábula escrita por George Orwell. Los animales de la Granja Manor, alentados un día por el viejo ‘cerdo Mayor’, que antes de morir explicó a todos los animales su visión, llevan a cabo una revolución en la que consiguen expulsar al señor Jones y crear sus propias reglas (los Siete Mandamientos) que escriben en una pared.
Todo lo que camine en dos piernas es un enemigo.
Todo lo que camine sobre cuatro patas o tenga alas es amigo.
Los animales no deben usar ropa.
Ningún animal debe dormir en una cama.
Ningún animal beberá alcohol.
Ningún animal matará a otro animal.
Todos los animales son iguales.
Al principio la granja es más próspera incluso que cuando el señor Jones la administraba, pero con el paso del tiempo, los cerdos, que se habían autoerigido como líderes por ser más inteligentes, empiezan a abusar de su poder y manipulan los mandamientos en su favor. Dos de estos cerdos, Snowball y Napoleón, se muestran como los líderes, pero empiezan a mostrar diferencias que acaban cuando Napoleón lanza a los perros contra Snowball, que huye de la granja.
A partir de ese momento Napoleón se erige como único líder, constituyendo a los cerdos en una élite dentro de la Granja y manteniendo a todos los demás animales bajo su dictadura, mediante la amenaza de los perros. Poco a poco los cerdos acaban adoptando todos los defectos del propio hombre por los cuales en su día sustentaron la revolución. A lo largo de la novela, se efectúan ciertos cambios en los Siete Mandamientos, que ‘justifican‘ las medidas que toma Napoleón:
– ‘Ningún animal dormirá en una cama’ se modifica a ‘Ningún animal dormirá en una cama con sábanas’,
– ‘Ningún animal beberá alcohol’ pasa a ser ‘Ningún animal beberá alcohol en exceso’,
– ‘Ningún animal matará a otro animal’ se transforma en ‘Ningún animal matará a otro animal sin motivo’.
Sucesivamente todos los Siete Mandamientos van desapareciendo, por orden de Napoleón y con la complicidad de los demás cerdos.
Hacia el final los cerdos modifican también sus conductas, pues empiezan a usar las ropas abandonadas por el señor Jones, y aprenden a caminar sólo sobre sus patas traseras (modificando para ello el primero de los Siete Mandamientos). Después que un ataque de los humanos es repelido por los perros, los granjeros de los campos vecinos deciden mantener relaciones amistosas con los animales de la Granja Manor, felicitando a Napoleón por el éxito económico de la finca: los animales dirigidos por Napoleón trabajan en larguísimas jornadas, alcanzan elevados niveles de productividad, se contentan con raciones minúsculas de comida, y jamás se quejan ante los cerdos. Halagado, Napoleón y los cerdos invitan a los humanos a almorzar en la granja Manor; los animales de la Granja, sorprendidos, advierten que sus compañeros cerdos han copiado casi totalmente la conducta y aspecto de los humanos.
Al final de la novela la dictadura de Napoleón y sus seguidores se consagra de modo absoluto cuando los animales preguntan al burro Benjamín (uno de los pocos que sabe leer) sobre cuál es el único mandamiento que queda escrito. Éste es el séptimo, convenientemente modificado por los cerdos:
‘Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros’.

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