Diálogos

En los albores mismos del nacimiento de la filosofía, Platón (ca. 428-ca. 347 a.C.) planteó, utilizando la dúctil forma del diálogo, buena parte de los principales problemas que han ocupado desde entonces al pensamiento filosófico.
Agrupa el presente volumen cuatro “Diálogos” mantenidos, por Sócrates algunos, y por el autor otro, y escritos por un Platón aún joven, que retiene en su memoria y en toda su alma la forma de decir y de pensar de su maestro y que continúa evolucionando con la edad.
Apología de Sócrates” es el escrito de Platón en el que da una versión del discurso que Sócrates pronunció para su defensa, ante los tribunales atenienses, en el juicio en el que se lo acusó de corromper a la juventud y no creer en los dioses de la polis.
Critón” es la transcripción del diálogo que mantuvo Sócrates con uno de sus más viejos amigos, mientras esperaba la hora de la muerte y versa sobre los deberes del ciudadano.
Laques”, también conocido como “Sobre la valentía”, es un diálogo platónico que trata sobre el tema de la valentía. Pertenece, junto con, Eutifrón, Cármides, Apología, Critón, Giorgias y Protágoras (diálogo perteneciente a los primeros pasos de Platón en su filosofía) a los diálogos iniciales, también llamados Diálogos socráticos.
Laques” (y el grupo de escritos ya nombrados) se caracteriza por ser la forma en la que Platón inicia sus caminos y deja evidencia escrita de la vida de su maestro y sus métodos. En él se puede encontrar una estructura simple, calcada íntegramente sobre la realidad que corresponde sobre poco más o menos a una conversación anudada por casualidad. Por su punto de partida y por su mira, por el método inductivo aplicado en ellos y por la sección de los ejemplos aducidos. Pertenecen a la juventud de Platón y parecen responder con bastante fidelidad a la psicología y al modo de razonar de uno de los personajes más discutidos y atrayentes del mundo antiguo.
Fedón” aborda principalmente el tema genérico de la muerte, argumentando sobre la pre-existencia del alma con respecto al cuerpo y sobre su inmortalidad, Platón deja bien sentada la idea, de raíces pitagóricas, de que la propensión al bien o al mal del hombre radica en la esencia de la propia estructura del alma. Aunque se ambienta en las últimas horas de vida de Sócrates, antes de ser ejecutado, es una obra de madurez.
©Reseñas bibliográficas Biblioteca de Tajamar.

Deja un comentario